¿Qué es el mandarín?

Intentar explicar qué es la lengua china estándar o mandarín no es tarea sencilla, puesto que para ello nos enfrentamos a tópicos y equívocos muy extendidos en Occidente. El mayor de todos ellos, y prácticamente la raíz del problema en sí mismo, es el hecho de considerar al mandarín estándar como la lengua materna del pueblo chino. Nada más lejos de la realidad.

El mandarín, en su variante estándar, no es la lengua materna de los 1500 millones de habitantes del gigante asiático, sino solo una lengua vehicular con unos setenta y cinco años de vida, cuando fue escogida como lengua oficial de la República Popular China proclamada en 1949.

Nota: el mandarín hablado en la zona coloreada en rojo se divide en múltiples variantes y dialectos, algunos muy diferentes entre sí. El mandarín estándar, lengua oficial en la RPCh, es el hablado en la región de Pekín. (Ver siguiente mapa.)

Hasta el advenimiento de la RPCh en 1949, China, en la práctica, no poseía una lengua oral común que uniera al país. La pregunta que asoma al instante es cómo se comunicaban los chinos de las distintas regiones del país antes de la adopción del mandarín como lengua oficial del Estado: la lengua escrita, por ser la misma para todos, fue la lingua franca hasta 1949.

El mandarín estándar, que en China, desde 1955, se conoce como Pu Tong Hua (lengua común, corriente o popular) y en Taiwán Guoyu (lengua nacional), toma su fonética de la variante dialectal de Pekín (Beijinghua), del cual difiere un poco en cuanto a vocabulario y a expresiones, puesto que al convertirse en la lengua nacional ha incorporado vocablos del resto del país. (Un símil con nuestra lengua sería la voz ‘capicúa’, que no es castellana sino catalana, pero que se ha incorporado al español.)

El mandarín estándar es la variante hablada en Pekín (Beijing) y sus alrededores.

En el resto del país se hablan cientos de lenguas (llamadas dialectos por razones políticas) que los lingüistas han agrupado en un puñado de grandes grupos dialectales. A saber: wu, hakka, yue (cantonés), minnan, minbei, gan y xiang.

Distribución de los principales grupos dialectales de la lengua china.

Los citados grupos dialectales solo conciernen a las lenguas de la rama sinítica de la familia sino-tibetana, sin incluir, claro está, a las demás lenguas que se hablan dentro del territorio chino y que no pertenecen a dicha rama: el tibetano, el coreano, el mongol, el manchú (lengua tungús), el ruso y todas las lenguas túrquicas de la familia altaica que se hablan en la Región Autónoma de Xinjiang, entre las que destaca la lengua uigur.

El mandarín es una lengua tonal, como todas las lenguas de la rama sinítica o sínica de la familia sino-tibetana, pero su fonética es la más sencilla de entre todas ellas. Cuenta con cuatro tonos vocálicos (el cantonés tiene ocho), que sirven para diferenciar las palabras homófonas, tan comunes en chino. Según el tono que se emplee, el sonido Ma puede significar madre, cáñamo, caballo, injuriar/insultar e incluso, con un tono muy ligero, se usa como partícula interrogativa.

Los cuatro tonos del mandarín estándar, más el llamado tono neutro.

Para evitar confusiones, el chino forma las palabras con dos caracteres que o bien tienen el mismo significado o bien están relacionados semánticamente. En la lengua escrita se permite la omisión del segundo carácter ya que la probabilidad de confusión es mucho menor.

El chino escrito cuenta con unos cincuenta mil caracteres, de los cuales solo se utiliza una décima parte en la vida cotidiana. El conocimiento de tres mil caracteres es suficiente para poder desenvolverse con soltura dentro de la sociedad china, mientras que saber más de siete mil eleva a una persona al rango de erudito. Los cincuenta mil anteriormente citados corresponden a la suma de todos los caracteres desarrollados, incluyendo sus evoluciones, a lo largo de los cinco mil años de historia del país asiático.

Desde 1956, y con el propósito de extender la alfabetización a la totalidad de la población, el gobierno chino impuso la simplificación de los caracteres que contenían más trazos, y adoptó esta nueva forma de escritura como la oficial en todo el territorio chino continental. Restaron al margen Taiwán, Hong-Kong y Macao, donde se sigue escribiendo a la antigua usanza, si bien es cierto que en Taiwán se están sentando las bases para una futura simplificación al modo continental. Los descendientes de los chinos de las primeras oleadas de la diáspora también siguen escribiendo según la forma tradicional.

La lengua china y la diáspora

La diáspora china, estimada en unos cincuenta millones de individuos en la actualidad, está bien repartida por todo el planeta, principalmente por el Sudeste Asiático, Australia, los Estados Unidos, el Reino Unido, el resto de la Unión Europea y Sudáfrica.

La prolífica diáspora china en el mundo.

Los primeros emigrantes chinos llevaron consigo el dialecto chino que tenían por lengua materna, algo que sigue sucediendo hoy día, aunque al haberse extendido el uso del mandarín estándar entre la población china, los migrantes chinos más recientes suelen hablar en mandarín a sus hijos nacidos o crecidos en el extranjero, al considerar que, de no hacerlo, estarán en desventaja si un día deciden ir o volver a China para trabajar, emprender o simplemente residir allí.

El dialecto, o mejor dicho, la lengua china mayoritaria entre la diáspora es el cantonés, porque el puerto de Cantón fue durante mucho tiempo el único en el que las autoridades chinas permitían la arribada de barcos extranjeros para comerciar. Por tanto, Cantón era el único punto desde donde los chinos podían salir al extranjero por mar.

No obstante, la historia de la diáspora china comienza en el siglo XV con la expedición naval del eunuco de etnia Hui (musulmana) Zheng He, quien en 1421 partió de China al mando de una flota de más de cien buques de gran eslora que arribó a las costas del África Oriental.

A lo largo de su periplo, los chinos fueron estableciendo colonias en Filipinas (Manila era una ciudad china), Siam, Malasia, Indonesia, que harían prosperar el comercio en los océanos Pacífico e Índico. La mayoría de aquellos chinos nunca regresaría a su patria, aunque tampoco serían asimilados por la población nativa, la cual, por el contrario, se vio fuertemente influenciada por la cultura china.

El Almirante Zheng He.

Por  todo el Sudeste Asiático se puede encontrar trazos de la cultura china. Si bien ningún Estado de la zona utiliza el chino como lengua oficial, con la excepción de Singapur, la presencia de caracteres chinos es constante en el paisaje cotidiano. De hecho, la lengua china es para Asia lo que el griego y el latín son para Europa.

El paradigma de la sinización es el Japón, país en el que prácticamente todo proviene de China. El alfabeto principal de los tres con que cuenta la lengua japonesa está compuesto por entero por Hanzi (los caracteres chinos) que en japonés se pronuncia Kanji, aunque se escribe de igual forma, con la salvedad de que en japonés se utiliza la grafía tradicional.

Sinización del Japón.

En el siglo XIX se produjo una segunda oleada de inmigrantes chinos, esta vez hacia el continente americano, sobre todo a Estados Unidos. Los americanos los contrataban para trabajar en la construcción del ferrocarril, la minería, etc. Fueron tratados como esclavos, pero su tenacidad les valió para ser una de las minorías más respetadas en aquel país en la actualidad.

Durante la segunda oleada de inmigración, los oriundos de la provincia de Fujian, situada al norte de Cantón, fueron los segundos en importancia, siempre por detrás de los cantoneses, que solo en el siglo XX vieron cómo les era arrebatada la dudosa corona de campeones de la emigración en favor de las gentes de la provincia de Zhejiang, inmediatamente al norte de Fujian, la cual nutre casi en exclusiva la diáspora china actual. Sin ir más lejos, casi todos los chinos residentes en España proceden de una prefectura de esa provincia: Qingtian.

Los chinos de ultramar han conservado intacta su cultura y su lengua materna, que insistimos no es el mandarín. Se han mezclado poco con los nativos de los países de acogida y, sobre todo, se han organizado muy bien en términos sociales, con la creación de escuelas y periódicos en lengua china. Solo en España, existen decenas de publicaciones de prensa china de frecuencia semanal, tanto en formato papel como electrónicas. Las primeras se pueden adquirir en las tiendas de alimentación chinas u orientales en general, mientras que las segundas están a la libre disposición de todos en Internet o en aplicaciones como WeChat u otras.

Lengua de futuro en la propia China

Desde la década de los 90 del siglo pasado, el mandarín ha sido elevado al rango de lengua de negocios y hoy se imparten cursos en casi todas las facultades de economía importantes. Su número de estudiantes fuera de China se ha multiplicado exponencialmente y sigue creciendo el interés por aprenderla. De todas formas, debido principalmente a su gran diferencia con las lenguas indoeuropeas, es difícil imaginar que el mandarín sustituya al inglés como lengua internacional de comunicación.

No obstante, precisamente fue esa la idea de los primeros jesuitas que se presentaron ante la corte Ming durante el siglo XVI: hacer del chino una lengua universal. El italiano Matteo Ricci, entre otros, lo tuvo en mente, pero la Iglesia romana acabó imponiéndose al excesivo prosinismo de aquellos primeros jesuitas.

La vitalidad o el futuro del mandarín no deben buscarse en su extensión por el mundo, sino más bien en su extensión por China. Ese es el verdadero reto al que se enfrenta el mandarín. En los ya más de setenta años de historia como lengua estándar del pueblo chino, el mandarín aún sigue bregando por convertirse en la lengua de primer uso o de preferencia.

La razón es muy simple: la mayoría de los chinos nunca deja de hablar sus lenguas o dialectos maternos. Ni siquiera los primeros dirigentes del país utilizaron el mandarín con preferencia a su lengua materna. Mao Tse-Tung y Zhou En-Lai nunca llegaron a dominarlo, y en las reuniones de gobierno a veces hablaban cada uno en su dialecto, lo cual no representaba problema alguno porque todos los líderes comunistas habían aprendido varios de ellos cuando convivieron juntos durante La Larga Marcha.

Así pues, el mandarín estándar, por exagerado que parezca, es una lengua de futuro para los propios chinos, y deberán seguir esforzándose para generalizar y afianzar su uso, puesto que aún, excepto en las grandes y medianas urbes, se emplea con preferencia la lengua local al mandarín.

Al fin y al cabo, huelga preguntarse qué lengua hablan los miembros de una familia cuando se reúnen con padres y abuelos en su localidad natal para celebrar el Año Nuevo Chino. ¿Acaso cree el lector que hablan el mandarín estándar de los portavoces del Gobierno y de los presentadores de televisión?

(Artículo publicado inicialmente el 24 de febrero de 2016 en Roostergnn Global News Network. Última actualización en Blog GRIP: 07/04/2024.)