ENTREVISTA A JUAN JOSÉ ALARCÓN, PROFESOR DEL MÁSTER EN GEOPOLÍTICA Y TERRORISMO DE INISEG/UNIVERSIDAD TELEMATICA PEGASO.
¿Dónde y cómo se origina el conflicto de China y Japón por sus poderes militares en la región marítima?
China y Japón están ligados por una historia de enfrentamientos desde muchos siglos atrás. La dinastía Yuan, dinastía mongol que gobernó China entre 1271 y 1368, intentó invadir Japón desde Corea en diversas ocasiones, pero todas las flotas enviadas por Kublai Kan, nieto de Gengis Kan, fueron diezmadas por un viento que los nipones consideraron divino: Kamikaze. Como podemos apreciar, las primeras rencillas entre ambos países sucedieron en el mar, y así continúa siendo en la actualidad.
El conflicto que actualmente los enfrenta tiene como escenario un archipiélago llamado Ryukyu, cuya soberanía ostenta Japón, y dentro del cual hay islas tan conocidas como la de Okinawa. Es una cadena de islas que une el archipiélago nipón con la isla de Taiwán.
Precisamente en el extremo más meridional de ese archipiélago, al norte de Taiwán, se sitúa un grupo de islas y peñascos llamados Senkaku en japonés, origen de la disputa territorial entre China y Japón. Pero no solo entre ellos dos, puesto que Taiwán, la República China (no confundir con la República Popular) también reclama su soberanía sobre esos territorios.
Las islas Senkaku, llamadas Diaoyu por Pekín y Tiaoyutai por Taipéi, poseen un gran interés económico, ya que se ubican en aguas ricas en pesca e hidrocarburos. Los pesqueros chinos violan constantemente la soberanía japonesa de las islas y faenan ilegalmente en ellas, provocando la respuesta de los guardacostas nipones, lo que eleva la tensión entre ambos países.
No obstante, el factor geoestratégico también reviste una importancia capital. Las islas Senkaku forman parte de la primera cadena de islas que rodea a la China continental. Dicha cadena está formada por el archipiélago del Japón, Taiwán, el archipiélago de las Filipinas y la isla de Borneo. El objetivo de Pekín es romper esa cadena conquistando Taiwán y reconvirtiéndola de nuevo en suelo patrio. El reciente acercamiento de Filipinas a China también es una noticia positiva para Pekín. Por su parte, Washington y Tokio harán cuanto puedan para impedir que China supere el cerco representado por la primera cadena de islas.
¿Cuál es el gran objetivo de EEUU para intervenir en la región?
El Pacífico es el océano de Estados Unidos y es el océano del siglo XXI. El objetivo de Washington para intervenir en la región es garantizar su dominio sobre las líneas de comunicación marítimas (SLOC) del planeta. Dominio quiere decir que China puede seguir siendo la segunda economía del mundo, pero que el jefe no puede ser otro que EEUU, porque este puede ejercer presión e incluso estrangular las SLOC de China si ésta, digamos, se porta mal o pretende suplantar al Tío Sam como gendarme del mundo.
China, a priori un país comprometido con la paz mundial, está inmersa en un programa de desarrollo de sus capacidades militares, especialmente de sus capacidades navales. Se suele confundir este programa de desarrollo militar con belicismo o imperialismo chino a medio plazo. No necesariamente. Pekín entiende que debe proteger sus vías marítimas de abastecimiento para que su máquina económica no pare. Pensemos que de ella depende la economía mundial en gran medida. Por ello necesita un ejército y una Armada que puedan estar a la altura. Además, al no ser aliada de Estados Unidos, no puede subrogar la protección de sus intereses a Washington, como hacen precisamente Japón y Europa, por ejemplo.
Ahí radica el problema entre ambos en la actualidad. Uno quiere ser soberano y dominar sus propios intereses, incluidos sus propios mares, en especial el mar del Sur de China. El otro no quiere destruir al primero, ni mucho menos, sino someterlo para que esté siempre por debajo de él. Le permite conquistar grandes cuotas del mercado mundial, pero los mares deben seguir bajo su tutela, porque quien controla las rutas controla el comercio y por ende el mundo. La Talasocracia, formada por Estados Unidos y el Reino Unido principalmente, nunca permitirá que China o ningún otro país pretenda dominar los mares por sí mismo. Si guerra ha de haber entre China y EEUU, solo se producirá cuando Pekín se encuentre en condiciones de arrebatar el dominio del Pacífico a Washington, es decir, cuando sea capaz de romper el cerco al que lo somete la ya citada primera cadena de islas.
¿Ya no tiene EEUU una supremacía en los mares?
EEUU es Poseidón, el dios de los mares. Cuenta con 5 flotas en activo repartidas estratégicamente por todo el globo y 11 grupos de combate de portaaviones, controlando todas las rutas de navegación del planeta, sin excepción. También cuenta con fieles escuderos que antaño ocupaban su papel de Poseidón, como el Reino Unido y los Países Bajos, más Australia y Canadá, todos ellos potencias navales. Y me dejaba la OTAN, que es un club estadounidense.
Su dominio sobre los mares es y sigue siendo tan absoluto, a pesar de que sus rivales avancen, que todos los años EEUU se arroga el derecho de realizar una serie de FONOPs (Freedom of Navigation Operation) por los mares en los que haya países fuera del redil, con el objetivo de recordarles que la libre circulación por aguas internacionales es inviolable. Algo así solo lo puede hacer el dueño de los mares.
No obstante, su dominio se está debilitando en los últimos años. Más por la evolución de los misiles antibuque, los submarinos silenciosos y los ciberataques que por la existencia de otro país que lo supere en capacidades navales absolutas. Ni Rusia ni China, incluso juntas, pueden hacer frente a Estados Unidos en el mar, al menos por ahora. Pero desde tierra se puede hacer mucho daño a Poseidón, como por debajo de las aguas y mediante ciberataques.
El 1 de octubre de 2016, rebeldes hutíes del movimiento chií Ansarolá atacaron un buque de guerra de Emiratos Árabes en aguas del mar Rojo, el catamarán híbrido HSV-2 “Swift” vendido por EEUU a Emiratos en 2013. El arma empleada por los rebeldes yemeníes fue el misil iraní Nur, la copia persa del misil antibuque chino C-802. El buque emiratí fue destruido casi por completo, demostrando la efectividad en combate de esta arma de origen chino.
El desarrollo de la tecnología AIP de aire comprimido permite a los submarinos de ataque convencionales permanecer más tiempo bajo el agua sin necesidad de emerger a la superficie. China está construyendo gran número de unidades submarinas para posicionarlas en sus mares y aprovechar la tecnología AIP para permanecer inmóviles bajo las aguas a la espera de detectar a los submarinos estadounidenses. La superioridad de los sonares yanquis hace que los sumergibles chinos sean detectables si se mueven mucho, pero el sistema AIP permite al submarino estar bajo el agua más de 14 días sin emerger, por lo que pueden quedarse inmóviles en puntos estratégicos a la escucha de los submarinos y buques de superficie estadounidenses.
En lo que llevamos de año 5 buques estadounidenses han colisionado con buques civiles solo en el Pacífico. Aunque la Navy lo niega o arguye que no hay pruebas concluyentes, lo cierto es que se empieza a sospechar que dichos accidentes podrían ser obra de hackers trabajando para China y Rusia principalmente. Como vemos, la supremacía naval de EEUU podría verse afectada lo suficiente como para ser derrotado en un conflicto naval regional, aunque en su conjunto seguiría siendo el rey de los mares.
¿Qué rol juegan Rusia e Irán en la definición de supremacía de los mares para China?
Rusia e Irán son actores importantes que pueden ayudar a China a ponerse a la altura de EEUU y hacerle creer que puede plantarle cara. China quiere garantizar la seguridad de sus SLOC. Más del 60% de la energía que consume, el 80% según algunos análisis, navega hasta China desde el Golfo Pérsico. Pekín está creando una red de puertos y bases navales logísticas por el océano Índico conocida como el collar de perlas. En el puerto persa de Bandar Abbas recalan los buques chinos pertenecientes a la flota de escolta naval en el Cuerno de África, y esa situación no ha cambiado a pesar de la reciente inauguración de la flamante base naval china en Yibuti.
Pakistán también es un importante aliado de Pekín y el puerto de Gwadar, en Baluchistán, desempeñará un papel crucial en la estrategia china para sacudirse el yugo de EEUU por mar. El puerto, construido por China, se completa con un corredor económico que llega hasta la Región Autónoma Uigur de Xinjiang en China, concretamente hasta la ciudad de Kashgar, y está compuesto por oleoductos, gasoductos y carreteras para transportar todo tipo de bienes y productos de Gwadar a China y viceversa. Una buena manera de romper el cerco de la primera cadena de islas sin tener que enfrentarse a EEUU directamente.
Rusia, por su parte, desempeña un papel clave en el proyecto de la nueva Ruta de la Seda, en particular la terrestre. El proyecto es chino, sí, pero irrealizable sin la participación de Rusia y de las repúblicas del Asia Central. Si esos países no estuvieran aliados con China en el ámbito económico sería imposible que Pekín concretara su proyecto faro. Además, Moscú es un gran proveedor de armamento y de tecnología militar a China. En los mares no puede ofrecer mucha ayuda a Pekín, aunque sus unidades submarinas podrían ser de utilidad a China en caso de guerra en el Pacífico contra EEUU, siempre en el supuesto de que Moscú decidiera luchar al lado de China, algo que no es tan obvio. La aparente alianza entre Moscú y Pekín lleva a olvidar que esos dos países son enemigos desde hace siglos.
¿Es una buena estrategia de China la Nueva Ruta de la Seda Marítima?
La Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI es una iniciativa complementaria a la Franja Económica de la Ruta de la Seda. Entre las dos forman la llamada Una franja, una ruta o Un cinturón, una ruta (One Belt, One Road). La Ruta fue anunciada por el presidente Xi Jinping el 3 de octubre de 2013 ante el parlamento de Indonesia. Es la versión contemporánea de la antigua Ruta de las Especias y tiene como objetivo la inversión y el fomento de la colaboración en el Sudeste Asiático, Oceanía y el África Oriental, recreando la ruta que otrora utilizaran los juncos del Almirante Zheng He para llegar hasta el continente africano.
La Nueva Ruta de la Seda, tanto la terrestre como la marítima, cuentan con un fondo de inversión y un banco propios para garantizar la financiación de los proyectos en curso o en planificación. El Fondo de la Ruta de la Seda está dotado con 40.000 millones de dólares para el desarrollo de proyectos, y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB), independiente del primero, cuenta con un capital de 100.000 millones para la financiación de proyectos.
A pesar de hacer hincapié en la construcción de infraestructuras, este proyecto es puramente geopolítico y geoestratégico. Ha sido ideado para contrarrestar la intención de Washington de cercar a China por mar mediante el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific Partnership, TPP) por una parte, y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (Transatlantic Trade and Investment Partnership, TTIP) por tierra desde Europa Occidental.
La Nueva Ruta de la Seda Marítima es un proyecto muy ambicioso pero que no ha hecho sino iniciar su andadura. Aún restan años para comprobar si los equivalentes actuales de las antiguas caravanas de camellos y de los galeones cargados de especias llegan a buen puerto. Pero en cualquier caso es un proyecto que pretende generar riqueza y beneficios para todos los que participen. Ahí puede radicar la clave de su éxito.
¿Qué se espera de este conflicto marítimo, nos puedes dar un pronóstico para el futuro?
Aunque los medios de comunicación pintan una situación muy tensa, casi al borde del conflicto armado, en los mares de la China Oriental y Meridional, la realidad es que se nos antoja difícil imaginar una guerra en esas aguas entre China y EEUU. Ambos son países interdependientes hasta niveles inimaginables. China sería la principal afectada por un conflicto armado en la región, incluso si lo ganase. Una guerra frenaría la economía global y por tanto su propia economía, generando desempleo y malestar entre la población. Mantener cohesionado a un colectivo de 1500 millones de personas, ese es el reto diario de Pekín, y solo se puede lograr si hay paz en el entorno.
No obstante, Corea del Norte es actualmente quien tiene la llave de la paz en aquella región. Al inicio de su legislatura, la Administración Trump no estaba dispuesta a hacer ninguna concesión ante Pyongyang, al contrario que Obama. Tras esa demostración de firmeza, más un gran esfuerzo diplomático entre bastidores, Donald Trump ha hecho historia al reunirse por dos veces ya con el mandatario norcoreano, Kim Jong-un. No obstante, hasta aquel momento, EEUU atizaba las tensiones con Corea del Norte para poner trabas a los planes de crecimiento y consolidación de China como gran potencia. No en vano, los conocedores de la psique china saben que el “sueño chino” requiere de tiempo y estabilidad.
El tiempo es una palabra íntimamente ligada al desarrollo de la civilización china y a su mentalidad. Por tanto, las iniciativas y estrategias de Pekín requieren del transcurso del tiempo para poder madurar y concretarse. Cualquier proyecto que requiera tiempo necesita, a su vez, estabilidad. Estabilidad precaria o que brilla por su ausencia en las regiones donde China pretende avanzar sus iniciativas: mares de la China Oriental y Meridional, Sudeste Asiático, Af-Pak, Asia Central y Oriente Medio.
Estados Unidos seguirá ejerciendo presión sobre China en el Pacífico y cuenta con la ayuda de sus aliados en la región para continuar pinchando las escamas del dragón en las zonas que Pekín se disputa con sus vecinos. Solo el tiempo dirá cuál es el resultado de la lucha de titanes emprendida entre China y Estados Unidos por el control de la región de Asia-Pacífico.