El pasado 28 de diciembre, la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, en el oeste de China, fue víctima de un nuevo atentado terrorista, el primero de gravedad en 2016, año con un balance de ataques terroristas relativamente bajo gracias a las estrictas medidas de seguridad que Pekín aplica en aquel territorio poblado en su mayoría por uigures de confesión musulmana.

Sede del Partido Comunista en Qaraqash.

A las 16:50 horas del citado día, un coche con cuatro ocupantes arremetió a toda velocidad contra la sede del Partido Comunista en la prefectura de Qaraqash (Moyu en chino). Los asaltantes iban armados con cuchillos y artefactos explosivos improvisados, de los cuales detonaron uno.

El ataque se cobró la vida de un funcionario local y de un guardia de seguridad, y dejó a tres funcionarios heridos. Los 4 atacantes fueron abatidos antes de que pudieran detonar más explosivos y causaran más daños.

Hasta el momento, Pekín no ha proporcionado más datos respecto al ataque, del que no se ha reivindicado la autoría y que ha sido calificado como terrorista por la agencia de noticias Xinhua. A pesar de que todo indica que se trata de una acción terrorista, la escasa información disponible no permite catalogarlo como atentado de naturaleza yihadista.

Uigures en una mezquita.

Las autoridades aún no han confirmado si los atacantes eran de etnia uigur o si tenían alguna conexión con el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (MITO). No obstante, el uso de explosivos excluye la posibilidad de que fuera un acto vandálico o de violencia espontánea y abunda en la tesis de que se trató de un acto terrorista con un mínimo de premeditación y planificación.

Tras el atentado, el primero de carácter terrorista cometido en China en el año 2016, las autoridades han decidido reforzar las medidas de seguridad, especialmente en las zonas fronterizas, para evitar la entrada y salida de elementos terroristas operando entre el Asia Central y la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, antiguo Turquestán Oriental.

Formación antiterrorista.

Según Aniwar Turson, un alto cargo del Partido Comunista Chino en la prefectura de Kashgar, las autoridades deben impedir que ningún terrorista pueda entrar o salir de Xinjiang ilegalmente, máxime cuando los países de la región se enfrentan a una creciente amenaza terrorista, en clara referencia al Movimiento Islámico de Uzbekistán, hermano de armas y aliado regional del MITO.

La región de Xinjiang limita con ocho países, entre los que destacan Pakistán, Uzbekistán y Afganistán, y es el principal campo de batalla de China en su lucha contra el extremismo religioso y el terrorismo yihadista.

Abdullah Mansour, líder del MITO.

Las estrictas y ubicuas medidas de seguridad antiterrorista que Pekín despliega en Xinjiang y en el resto del país han reducido notablemente el número de acciones terroristas desde mayo de 2014, cuando estas alcanzaron su apogeo. Entre octubre de 2013 y mayo de 2014, China fue sacudida por una ola de atentados yihadistas cometidos por el MITO o por uigures radicalizados:

1. El ataque suicida en la plaza de Tiananmen (octubre de 2013);

2. Dos atentados suicidas en Urumchi, uno en la estación de tren y otro en una calle mercado (30 de abril y 22 de mayo de 2014, respectivamente);

3. La matanza (apuñalamiento múltiple) en la estación de tren de Kunming (1 de marzo de 2014);

4. La matanza en la estación ferroviaria de Cantón, del mismo tipo que la anterior (6 de mayo de 2014).

Desde entonces y hasta el 28 de diciembre de 2016, China no había vuelto a ser objeto de un atentado o ataque terrorista con víctimas mortales.