Desde hace varios años se especula con la posibilidad de que el terrorismo islamista opere en distintos países de América Latina. Desde el Homeland de Seguridad Internacional hemos alertado de que hay varias personas de países latinoamericanos y del caribe que están retornando, algunos después de haber participado en la Guerra en Siria. No podemos especular cuántos, pero suficientes como para llevar a cabo acciones terroristas. También desde Seguridad Internacional hemos apuntado en la teoría de una presunta participación de Hezbolá en la región y sobre todo por su gran presencia en Venezuela.
Latinoamerica no esta exenta de la amenaza terrorista que azota el Medio Oriente y Europa. Según lo que hemos podido analizar más de 300 latinoamericanos habrían viajado a Oriente Medio desde Sudamérica o el Caribe desde la fundación del denominado Estado Islámico. La investigación realizada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, no daría el número de enrolados por países pero si precisa que algunos viajaron con miembros de sus propias familias. En el caso de Perú, Hezbolá es uno de los grupos terroristas más activos y tiene presencia en la zona llamada Triple Frontera, entre Paraguay, Brasil y Argentina. No obstante, desde Seguridad Internacional también apuntamos hacia la creación de una nueva “Triple Frontera” ubicada en Perú, Bolivia y Chile, donde hay una creciente presencia de centros islámicos. Hemos calculado la conversión de unos 150 peruanos al islam chiita. principalmente al sur del país donde habría vínculos con movimientos etno-caceristas y brazos militares indigenistas, conectados con el interés subversivo de la Asociación de Reservistas del Tuhuantinsuyo (ASPRET), los cuales que se beneficiarían de la financiación, vinculada con el narcotrafico y otras actividades ilicitas. Esta asociación (ASPRET) trabaja estrechamente con la organización islámica Inkarri Islam para reclutar y adoctrinar a jóvenes desarraigados a lo largo del país.Al mismo tiempo, se han abierto en los últimos cinco años centros islámicos chiís en Cuzco, Puno, Arequipa y Lima para “promover la revolución iraní en Perú” “A través de estos centros islámicos, Irán y Hezbollah se introducen a la población indígena del país de acogida. El creciente control de Etnocaceristas facilita a Teherán tener una fuerza subrogada para sus objetivos estratégicos en Perú”. Los servicios de inteligencia peruana han señalado a Edwar Quiroga Vargas como un importante enlace político con Irán. Quiroga ha realizado múltiples visitas al régimen de los ayatolás, con el que comenzó a relacionarse a partir de 2009 por mediación de su participación en reuniones de la organización bolivariana del ALBA. Quiroga fue precisamente el encargado de inaugurar el centro de Inkarri Islam, en 2012, tras pasar tres meses en Irán. Podríamos pensar que por qué Irán y Hezbolá tienen su objetivo puesto en el Perú? “Primero, por la permeabilidad de la actividad criminal en la zona del VRAEM cerca de la triple frontera entre Perú, Chile y Bolivia (como sucede en la Triple Frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina), donde además se ha detectado un alto índice de actividad del narco mexicano y colombiano, con estrechos lazos con Hezbollah” “Y segundo, como Argentina, Perú tiene una influyente comunidad judía políticamente activa en el país, lo que lleva a fuertes lazos comerciales y militares con Israel” Así que como sucede en Argentina, esta situación es un desafío para Irán y Hezbollah, cuya estrategia pasa por minar la influencia israelí en el mundo. “Este grupo ha llevado cientos de toneladas de cocaína desde la región andina de Sudamérica a Venezuela, desde donde envío la droga” para los mercados internacionales. La cifra que estamos barajando sería de unos 200 millones de dólares mensuales la suma procedente de esa actividad en Latinoamérica. Venezuela es otro país que esta en la mira debido a su permisividad hacia Hezbolá que preocupa sobremanera a los países que buscan combatir el terrorismo. El principal negocio es el envío de la droga que puede generar hasta 200 millones de dólares mensuales y que el grupo terrorista lava con la ayuda del Banco Libanés-Canadiense para beneficio propio.
Desde Seguridad Internacional venimos alertando de que en Sudamérica y el Caribe se han detectado algunos movimientos preocupantes: viajes de individuos a Siria para enrolarse en el Estado Islámico, también conocido como ISIS o Daesh y sobre todo por la creciente expansión de Hezbolá. Tres décadas después de los últimos ataques yihadistas en Argentina, la detención de 14 seguidores del Estado Islámico (ISIS) en Brasil disparó las alarmas ante el riesgo de atentado durante los pasados juegos olímpicos. Estos terroristas vivían en diferentes puntos del país y se comunicaban con apodos por redes sociales. Grupos como Al-Qaeda y en menos grado el ISIS han tomado el relevo de Hezbolá en la región, refugio predilecto para los terroristas a lo largo de la historia. Organizaciones ligadas al terrorismo suní han reforzado su presencia en la zona, aunque el principal interés de estos grupos terroristas se centra en las posibilidades de financiación a través del narcotráfico. Nos encontramos en un hervidero que reaviva los fantasmas que parecían lejanos. La amenaza del ISIS es real en Latinoamerica, debido al proceso de auto-radicalización, así como al auge de los gobiernos bolivarianos (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua o el Salvador), que ignoran las reglas legales y la voluntad de trabajar contra los grupos terroristas. No cabe duda de que si “el ISIS es una derivación de las 150.000 células durmientes que entrenó Osama Bin Laden, algunas sin duda llegaron a Latinoamerica, como hemos develado en algunas investigaciones sobre los planes de Al-Qaeda de reforzarse en la Triple Frontera (Brasil, Argentina, Paraguay)”. Esta tendencia sumada a la auto-radicalización de los grupos islamistas en la región, representara una potencial amenaza para Latinoamérica, sobre todo por ataques de “lobos solitarios” En el supuesto caso del surgimiento de estos “lobos solitarios” (atacantes con ideologías fundamentalistas pero sin vinculaciones directas con la organización central) desde Seguridad Internacional creemos que surgirían en un contexto de efervescencia social muy particular. Es algo que se va formando, la decisión de ataque lleva mucho tiempo de maduración y preparación. Y la región no esta exenta de que estos ataques a corto o medio plazo se puedan producir con la acuciante radicalización de perfiles islamistas. Para nadie es un secreto en América Latina que diversos grupos de activismo radical de izquierda se encuentran cercanos en el terreno ideológico a la postura antioccidental del terrorismo musulmán. Infestados por el pensamiento altermundista, neoindigenista y anticapitalista, los principales grupos de izquierda del continente encuentran eco en los discursos de la Hermandad Musulmana de Egipto o en las acciones asesinas del Estado Islámico del Levante. Sumado a este nexo ideológico, las alianzas comerciales entre el terrorismo islámico y los grupos delincuenciales de la región son por lo demás relevantes.
Tras los atentados de las Torres Gemelas (2001), podemos ver que en la Triple Frontera existe la mayor comunidad musulmana -unos 20.000-, como potencial lugar de cobijo para células “durmientes” de Hezbolá y Al-Qaeda. El 10 de octubre de 2001, un grupo de diez terroristas vinculados al grupo libanés fue detenido en México cuando planificaba el asesinato del Presidente Vicente Fox y llevar a cabo una serie de atentados en cadena contra la sede del Senado, todos procedían de la Triple Frontera, donde habían hecho un curso de entrenamiento intensivo, en armamento ligero y explosivos. Si el ISIS quiere cometer un ataque, hará falta enviar un comando del exterior. Es posible que sus integrantes sean occidentales que se hayan unido al ISIS en Siria o Irak, y después hayan sido trasladados a Brasil o algún país vecino para mayor discreción. No obstante, el reclutamiento de yihadistas también se ha producido en Latinoamérica a través de la auto-radicalización. Tanto la Asamblea Mundial de la Juventud Musulmana (WAMY), organización saudita vinculada a la financiación de Al-Qaeda, como Jamaat Tablig (JT), la mayor asociación de proselitismo suní de origen pakistaní, aumentaron su presencia en el continente desde comienzos de siglo. El mayor atractivo para el terrorismo islamista son las posibilidades de financiación a través del narcotráfico. Existen varios indicios de la vinculación de Hezbolá con el negocio de las drogas, pero todavía se reducen a insinuaciones esa posible relación de Al-Qaeda o el ISIS. Las investigaciones contra el supuesto narco libanés Ayman Joumaa destaparon en 2011 la colaboración del yihadismo con el cártel mexicano de los “Zetas” En Colombia, de acuerdo con diversos reportes de Interpol, las FARC sirven de puente de intercambio para el comercio ilegal de armas de gran calibre entre terroristas islámicos y diversos grupos terroristas del sur del continente. La puerta de entrada para el tránsito de dichas mercancías sería Panamá. Incluso para el caso de este cártel mexicano, la mencionada relación criminal presenta los alcances del tráfico de droga en España y Holanda a través de traficantes norteafricanos. Desafortunadamente, mientras los Gobiernos de Latinoamérica no asuman una posición proactiva y valiente para detener los avances criminales del terrorismo islámico en la región, podríamos hablar en un futuro cercano de la islamización terrorista de la misma, como ya sucede en diversas regiones de Europa, marcadamente en Francia y Reino Unido, grandes exportadores de militantes para el Estado Islámico.
Tenemos que tener en cuenta que los “Estados Fallidos” por la falta de instituciones reales y de seguridad son el caldo de cultivo perfecto para atraer a organizaciones terroristas islamistas, por lo que hay una preocupación de que estos aparezcan en Centroamérica. Sin embargo uno de los mayores peligros para que el yihadismo aparezca en la región son sus vínculos con el narcotráfico. Hay que tener en cuenta de que los carteles del narcotráfico y los grupos terroristas utilizan los mismos intermediarios para obtener armas, blanquear dinero y mover productos ilegales a través de sus fronteras. La propaganda para poder reclutar combatientes en la yihad, sea en Siria o en Irak, se encuentra traducida a varios idiomas incluyendo el castellano. La propaganda de convocatoria, ha recibido el nombre de “turismo para yihadistas” Los yihadistas latinoamericanos en Siria e Irak son poco mencionados pero constituyen una fuerza de hombres y mujeres de creciente significación. Los “yihadistas latinos” provienen de Argentina, Brasil, Chile, Trinidad Tobago y México. Otros informes que ha investigado Seguridad Internacional mencionan también yihadistas de Honduras y Colombia.
Los grupos de terroristas y militantes islamistas representan una amenaza importante para la seguridad, ante la posibilidad de que desarrollen lazos estratégicos como organizaciones del narcotráfico en Sudamérica. En este sentido, las mismas rutas que manejan los productos ilícitos como drogas y armas son por lo que se pueden mover los terroristas – porque además son ellos quienes controlan esas rutas– Es una combinación de crimen y terror- Perú es una área geográficamente estratégica para algunas de estas operaciones porque hay un eje principal de terrorismo islámico, fundamentalmente vinculado a Irán. Desde Seguridad Internacional advertimos que en Bolivia, la embajada de Irán tiene una de las mayores actividades en Latinoamérica “y como Bolivia no tiene acceso al mar, tienen que buscar rutas por las que puedan mover productos ilícitos y diferentes personas fuera del país: y en este sentido hay dos puertos principales: Arica e Illo” Recordemos que los grupos islamistas buscan la creación de campos de entrenamiento de yihadistas y sus bases de recreación en el territorio de los países de América Latina y el Caribe, así como de que se establezcan los vínculos entre los terroristas y los sindicatos criminales y narcotraficantes locales. En los últimos 5 años de actividad proselitista se ha intensificado en latinoamérica mediante elementos de la Guardia Revolucionaria iraní y de su aliada libanesa Hezbolá , que llevan adelante tareas de captación, reclutamiento, adoctrinamiento, incluidos viajes a la ciudad sagrada de Qom, donde culmina el entrenamiento político y religioso.
En relación de Trinidad y Tobago, la isla caribeña se ha convertido en el país con más yihadistas de Estado Islámico per cápita del mundo: en la actualidad habría más de 200 ciudadanos enrolados en sus filas. La república caribeña es un crisol de razas, con diferentes religiones. La principal sigue siendo la católica con un 26% pero también es fuerte el hinduismo y el islamismo. Al margen del llamativo caso de Trinidad y Tobago, otros estados de Centro y Sudamérica vienen experimentando fuertes señales de yihadismo en su territorio. En la última década de expansión de los gobiernos populistas en América Latina, los grupos yihadistas han conseguido ampliar sus nexos en diferentes ámbitos, tanto empresariales como políticos. Hay otro factor a tener en cuenta: la comunidad árabe y musulmana en Latinoamérica es muy significativa, muchos son originarios de Siria y el Libano. Cálculos como los publicados por el prestigioso diario egipcio Al-Ahram indican que hay unos 17 millones de árabes y descendientes de estos en el continente. Pero una estimación más concreta, realizada por la organización Islámica para América Latina , a partir de la religión que profesan, cifra la cantidad de musulmanes en Latinoamérica en seis millones. Cerca de un millón de musulmanes vivirían en brasil y 700.000 en Argentina.
En el caso del islamismo, se esta delante de una guerra que comienza con un adoctrinamiento, promovido por los lideres religiosos de ese pensamiento y que se expande, tanto entre los musulmanes nacidos, como principalmente entre los conversos, por lo que los imanes que enseñan doctrinas salafistas son la principal arma de reclutamiento que tienen hoy los movimientos islamistas, tanto para luchar en el Medio Oriente como para perpetrar atentados en “los países infieles al Islam” Al-Qaeda tiene un largo historial de amenazas en la zona y el auge del Estado Islámico “ha provocado que el terrorismo islamista comience a ganar peso en la agenda de la crisis en situación de amenaza anti-terrorista” en países como México o Brasil.
El reclutamiento de combatientes para el Estado Islámico es un fenómeno global, aunque posiblemente menor que en América Latina que en el resto del mundo. Es el caso de Bastián Alexis Vasquez y Francis Peña Orellana. El primero, un noruego de 25 años hijo de chilenos, abandono su pueblo noruego de Skien para unirse a las filas del Estado Islámico bajo el nombre de Abu Safyya, tal y como se presenta en uno de los vídeos captados por la policía noruega en youtoube. La segunda detenida por la policía española en enero de 2015, fue acusada de reclutar mujeres yihadistas para enviarlas vía Turquía, hasta el territorio del Estado Islámico. Peña Orellana, de 25 años nació en la localidad chilena de Viña del Mar aunque vivía desde hace 9 años en España, según el auto judicial. Las primeras informaciones sobre la presencia de ciudadanos de América Latina, europeos y estadounidenses de origen latinoamericano combatiendo en Siria e Irak fueron publicadas en 2013 por el Instituto Británico de Defensa IHS Jane’s, que calificaba a estas personas como “yihadistas exóticos” -hablaba también colombianos, hondureños, costarricenses y brasileños.
El principal problema o debilidad actual que se presenta en Latinoamérica es que la mayoría de los países de esa región carecen de agencias de inteligencia concentradas en el terrorismo global. En muchos países de la región los servicios de inteligencia son solo agencias del Gobierno dedicadas a espiar a opositores políticos. A modo de ejemplo, aunque son escenarios muy distintos, cuando ISIS llevó a cabo sus ataques a Bruselas y París, sólo hicieron falta algunas horas para identificar a los terroristas y mostrar sus rostros en los medios de comunicación, por parte de las agencias de inteligencia europeas. En América Latina, han pasado más de dos décadas desde que ocurrieron los atentados de Buenos Aires, y hasta la fecha, aún no se sabe a ciencia cierta los nombres de los terroristas. Creo que los gobiernos de América Latina,