¿Qué tienen en común Siria y Filipinas? Nada en apariencia, pero el gobierno filipino acaba de difundir una noticia que involuntariamente y por desgracia une a estos dos países tan alejados el uno del otro: ambos son víctimas de una invasión en forma de hordas yihadistas venidas del extranjero.

En los combates que enfrentan al ejército filipino contra la insurgencia yihadista en la Ciudad Islámica de Marawi, en la isla de Mindanao, a 830 km al sur de Manila, las autoridades filipinas han identificado a ciudadanos extranjeros entre los yihadistas abatidos en los combates en la ciudad.

Los cuerpos encontrados en Marawi, tras más de dos semanas de intensos combates, incluyen principalmente a malasios e indonesios, pero también se ha identificado a ciudadanos saudíes, indios, yemeníes y al menos a un checheno, de nombre Ibrahimov.

Desde que el 23 de mayo el presidente filipino, Rodrigo Duterte, declarara la ley marcial en la isla de Mindanao, al sur de Filipinas, el ejército se enfrenta a una insurgencia de carácter islamista encabezada por la organización terrorista Abu Sayyaf y el grupo Maúte o Estado Islámico de Lánao, ambas franquicias locales del Estado Islámico/ISIS/Daesh en Filipinas.

De todos es sabido la implicación de potencias occidentales en el envío y coordinación de radicales islamistas (mercenarios, a decir verdad) a Siria e Irak, amén de la participación de actores regionales y sospechosos habituales como Turquía, Arabia Saudí y Catar.

Más allá de la romántica fraternidad yihadista que explicaría la presencia de luchadores extranjeros en Marawi, el análisis de la situación geopolítica en Filipinas y en la región de Asia-Pacífico nos ofrece otra visión de las cosas.

Duterte es un personaje incómodo para Estados Unidos en la región, puesto que está más que decidido a romper con el Tío Sam y a tejer una alianza estratégica con la República Popular China.

La pérdida de Filipinas sería inaceptable para Washington, ya que el archipiélago filipino forma parte del muro de contención frente a la expansión de Pekín en aguas del mar de la China Meridional.

Teniendo en cuenta lo antedicho, la presencia de mercenarios yihadistas en Filipinas es un déjà vu. Estamos asistiendo a una nueva agresión internacional del Estado Islámico contra un país soberano. El último ya saben cuál es. Por fortuna para Europa, ese país aún se tiene en pie y lucha por erradicar a los extremistas. Solo deseamos que Filipinas pueda exterminar a las ratas yihadistas mucho más rápido que la República Árabe Siria.