Según una noticia publicada el 27 de noviembre de 2014 en diversos medios surcoreanos, Corea del Sur ha iniciado la construcción de una nueva clase de submarinos convencionales de ataque y 3000 toneladas de desplazamiento en inmersión, correspondiente a la tercera fase de su programa nacional para la fabricación de submarinos de ataque (Proyecto KSS, Korean Attack Submarines). La ceremonia de inauguración de las obras de la primera unidad de la clase KSS-III se celebró el citado día en los astilleros de la isla Geoje, al sur del país.
Su construcción marca un hito en la historia de la Armada de la República de Corea, puesto que, a diferencia de los submarinos que actualmente esta opera (Tipo 209 y 214), fabricados bajo licencia alemana, la clase KSS-III será la primera enteramente de fabricación nacional y permitirá a Corea del Sur entrar a formar parte del selecto club de países con esa particular capacidad industrial. No obstante, a tenor de los problemas experimentados en la clase Son Won-Il (KSS-II, Tipo 214), la pericia surcoreana en la construcción de submarinos de ataque de calidad resta por confirmarse.
El diseño y desarrollo de la clase KSS-III (variante local de la clase Tipo 216 alemana) dio comienzo en 2007. En la actualidad ya se ha concluido la fase de desarrollo de la mayoría de sistemas que incorporarán los nuevos submarinos, incluidos los sistemas de armamento, el sonar, las células de combustible y el sistema de propulsión.
Según fuentes surcoreanas, la clase KSS-III contará con un sistema VLS de lanzamiento vertical que le permitirá operar el misil de crucero de fabricación nacional Hyunmoo-3C, con un alcance de 1500 km, lo cual incrementará notablemente la capacidad de ataque estratégico de la Armada surcoreana. Según lo previsto, la primera unidad será botada en 2018 y entrará en servicio en 2020 tras dos años de pruebas de mar. Corea del Sur prevé adquirir nueve unidades de la clase KSS-III.
En la actualidad, la República de Corea cuenta con una flota de 14 submarinos convencionales, 9 de ellos correspondientes a la clase Chang Bogo (KSS-I), de propulsión diésel-eléctrica y 1200 toneladas de desplazamiento. Se trata de la variante de exportación del submarino alemán Tipo 209, en servicio en multitud de países, entre los que destacan Grecia, Turquía, Argentina, Brasil, y la lista continúa. A excepción de la primera unidad de la clase, construida en los astilleros de HDW en Kiel, Alemania, las 8 restantes han sido fabricadas bajo licencia en Corea del Sur.
El país asiático opera otras 5 unidades de la clase Son Won-Il (KSS-II) con un sistema de propulsión híbrido diésel-eléctrico/células de combustible, propulsión independiente de aire (AIP) y 1800 toneladas de desplazamiento. Es una variante del Tipo 214 alemán y todas las unidades entregadas hasta la fecha han sido fabricadas en astilleros surcoreanos.
La clase Son Won-Il representa una mejora notable respecto a la Chang Bogo, puesto que el sistema AIP permite al buque permanecer sumergido por periodos de tiempo más prolongados. Corea del Sur tiene previsto adquirir 4 unidades más hasta alcanzar un total de 9 antes de 2020.
A pesar de todo ello, existen numerosas dudas en cuanto a la capacidad de Corea del Sur para construir submarinos de calidad. Según un artículo publicado en el sitio web surcoreano Edaily Global Network, a los submarinos de la clase Son Won-Il se los conoce con el sarcástico sobrenombre de insumergibles. Debido a defectos de fabricación en las células de combustible, el submarino solo puede permanecer sumergido en operaciones de combate durante unos pocos días, mientras que originalmente se diseñó para permanecer bajo el agua 14 días. Asimismo, las tres primeras unidades de la clase registraron un total de 93 incidentes durante sus pruebas de mar, más otros 102 de diversa índole tras su entrada en servicio.
No obstante, fuentes de la Armada afirman que tras rediseñar el sistema de enfriamiento de las células de combustible, la cuarta y quinta unidades, entregadas el último año, cumplen tanto con los requisitos de la Marina como con los estándares de calidad internacionales.
La apuesta submarina en los mares de China y en Asia-Pacífico
Corea del Sur no es el único país que ha decidido reforzar sus capacidades submarinas. Vietnam ha adquirido a Rusia 6 submarinos de ataque de la clase Kilo. Las tres unidades recibidas hasta ahora ya han sido desplegadas en la base de la bahía de Cam Ranh, en el mar de China Meridional. Con estas nuevas adquisiciones, Vietnam opera la mayor flota de submarinos convencionales de ataque de todo el Sudeste Asiático.
Japón está ampliando y mejorando su flota de sumergibles con nuevas unidades de la clase Soryu de propulsión diésel-eléctrica y 4000 toneladas de desplazamiento en inmersión. Ya se han entregado 4 unidades de las 12 que la Armada japonesa prevé adquirir.
Los submarinos japoneses son actualmente los más avanzados operando en los mares de la China Oriental y Meridional, a excepción de los estadounidenses. Dicha ventaja tecnológica debería preservarse tras la entrada en servicio de los submarinos de la clase Taigei, ahora en desarrollo. La puesta de la quilla de la primera unidad de la clase Taigei está prevista para 2018 y el número de unidades previstas es de 6.
Taiwán también ha decidido trazar su propio plan para la construcción de submarinos. La administración Bush prometió en 2001 vender al Estado insular 8 submarinos diésel, hecho que aún no ha ocurrido y que, probablemente, nunca ocurrirá.
Taiwán opera actualmente 2 submarinos de la clase Hai Lung, de fabricación neerlandesa y 2500 toneladas de desplazamiento en inmersión. Cuenta, además, con otras 2 unidades de origen estadounidense de la clase GUPPY (clase Hai Kun en Taiwán), que datan de los años 40 y son completamente obsoletas e inoperativas.
El plan taiwanés propone elegir entre las siguientes dos opciones: la versión doméstica de la clase Hai Lung, de la que Taiwán posee la propiedad intelectual y puede fabricar bajo licencia si lo desea, o un nuevo diseño de 1500 toneladas, el desplazamiento habitual de los submarinos convencionales de ataque en la actualidad.
La India, en otro océano pero con intereses geoestratégicos en la región debido a su competición con China, continúa con la construcción y el despliegue de submarinos nucleares de misiles balísticos (SSBN) y de submarinos nucleares de ataque (SSN) y prevé desplegar en los próximos años 3 unidades SSBN y 6 SSN. Asimismo, ha arrendado a Rusia un submarino SSN de la clase Akula II y negocia la cesión de una segunda unidad.
China, por su parte, continúa sumida en la construcción de una importante flota de alta mar que le permita proteger y garantizar sus vías de suministro energético por mar y que amedrente a sus vecinos en las diversas disputas territoriales en las que se encuentra inmersa.
Los astilleros chinos entregan unos 40 buques de superficie de media todos los años, pero en cuanto a la construcción de submarinos se refiere China está por detrás de sus vecinos. No se tiene conocimiento de la entrega de ninguna nueva unidad en 2014 y solo un submarino de la clase Yuan (039B) pasó por el dique seco ese año para realizar mejoras dirigidas a reducir su firma hidroacústica.
Implicaciones geoestratégicas para la región
El inicio de las obras de la clase KSS-III, culminación del proyecto KSS, representa un viraje en la estrategia surcoreana a largo plazo de construcción de una flota de alta mar capaz de operar en las aguas profundas de los océanos abiertos.
La apuesta por los submarinos de ataque indica un replanteamiento de la situación geoestratégica en los mares de la China Oriental y Meridional en particular y en la región Asia-Pacífico en general.
Corea del Sur parece más preocupada por la ascensión de China que por el belicismo norcoreano. Japón, Vietnam, Taiwán y Filipinas también parecen haber llegado a la misma conclusión: la mejor manera de contrarrestar el creciente despliegue por parte de China de una poderosa flota oceánica es negándole la navegación marítima mediante el uso de una flota submarina moderna, silenciosa y con capacidad para permanecer largo tiempo bajo el agua en operaciones de combate.
China, en cambio, no parece haber comprendido la magnitud del desafío que representan esas evoluciones en su vecindad. Sigue concentrada solamente en la construcción a gran escala de grandes buques de superficie y no dispone, que se sepa hasta la fecha, de ningún programa doméstico para el desarrollo y la fabricación de nuevas clases de submarinos. Todas sus unidades son fabricadas bajo licencia rusa o compradas directamente a Rusia.
Cierto es, como señalan algunos analistas, que ante la amenaza de los Kilo vietnamitas, China tiene poco o nada que temer puesto que los opera desde hace décadas y conoce a la perfección sus capacidades. No obstante, los submarinos japoneses y, en especial, los estadounidenses, son muy superiores a los chinos en multitud de aspectos, pero sobre todo en su nivel de sigilo, hecho que les permite golpear y evadirse sin ser detectados.
El ansia de China por dotarse de una flota de aguas azules que sirva, llegado el caso, de punta de lanza para la reincorporación de Taiwán al suelo patrio o para tomar por la fuerza las distintas islas e islotes en disputa con Japón, Vietnam, Filipinas y Malasia, está provocando que todos los países de la región adopten nuevas estrategias, cuando no modifiquen las ya existentes, con el objetivo de defender su integridad territorial y sus intereses nacionales, los cuales son diametralmente opuestos a los de una China que intenta recrear el sistema tributario imperante en la época de máximo apogeo de la dinastía Ming, cuando las naves chinas dominaban todos los mares y océanos desde sus costas hasta las del África Oriental. Salvo que, por entonces, los submarinos aún no existían.