Como sucede de manera cíclica en la Historia, actualmente la Humanidad se enfrenta a enormes desafíos. Las guerras, las catástrofes naturales, las epidemias y otras terribles circunstancias siempre han formado parte de la vida de generaciones enteras de personas, en cualquier momento y región del planeta, incluso en nuestra pacífica nación, Brasil. Basta con recordar la Guerra del Paraguay, la Segunda Guerra Mundial, la Insurrección comunista de 1935 (llamada Intentona comunista en Brasil), o la dictadura instaurada por el Movimiento Cívico Militar de 1964, por citar algunas de las ocasiones en las que los brasileños se han visto inmersos en momentos históricos trascendentales.

No obstante, tres son los factores que convierten a la pandemia global causada por el virus originado en China en diciembre de 2019 en un hecho sin precedentes: la actual era de la tecnología de la información, el avance del movimiento revolucionario mundial y su generación ‘útil’ u ‘operativa’, compuesta por personas de distintas franjas de edad que, a diferencia de las generaciones anteriores, han sido adoctrinadas ideológicamente desde su infancia y nunca se han enfrentado a grandes dificultades en la vida, por lo que son más susceptibles a todo tipo de condicionamientos.

Gracias al avance de la tecnología, hemos alcanzado un punto de inflexión en el que cualquier persona con una mínima capacidad económica dispone de un teléfono ‘inteligente’ permitiéndole el acceso a bases de datos, vídeos, documentos, música, libros y películas a escala global. Podemos, asimismo, publicar nuestro propio sitio web en Internet, tener un canal de vídeo con transmisión en directo, colgar nuestro perfil personal y profesional en distintas redes sociales y, si lo deseamos, producir y divulgar conocimiento u opinar sobre hechos cotidianos.

Semejante velocidad en la transmisión de la información, capaz de cruzar continentes, hacerse viral y ser generada en tiempo real, ha elevado la gestión del conocimiento a niveles inauditos, donde las noticias falsas (fake news) pueden confundir o desinformar a las personas, llegando a tal punto que, si no se las confronta, no solo pueden generar confusión sino también agitación social y cambios de comportamiento en una gran parte de la población. Por este motivo, la búsqueda de fuentes de información fiables se ha vuelto vital en estos tiempos confusos, como los que vivimos hoy día a causa de la pandemia originada en China.

Todos podemos caer fácilmente en la tentación de buscar conocimiento e información en los sitios web y canales de medios de comunicación dominantes que, en teoría, deberían proporcionarnos los medios para recopilar, procesar y difundir la información obedeciendo a estándares éticos y profesionales, en pos del santo grial —la verdad— que forjó a la llamada prensa libre en mejores tiempos para la lírica.

Sin embargo, eso no es lo que está sucediendo hoy en Brasil ni en el resto del mundo, donde los medios de comunicación tradicionales y digitales controlados por influyentes clanes familiares y poderosos grupos económicos tratan, a menudo de forma escandalosa, de proporcionar información parcial y sesgada a la ciudadanía, manipulando, adulterando y, en última instancia, inventando noticias o análisis desprovistos de cualquier conexión con la realidad.

A causa de ello, numerosos sitios web personales o canales de vídeo en línea han cobrado notoriedad para el público general. Este fenómeno viene ocurriendo en todo el mundo cada vez que se necesita obtener información gratuita y de calidad, con el consiguiente abandono progresivo de los ‘medios de comunicación dominantes’. Sirva de ejemplo el tratamiento médico con mayor perspectiva de éxito actual contra el SARS-CoV-2 (coronavirus), basado en hidroxicloroquina, azitromicina y zinc, que se enfrenta a una feroz oposición de los medios dominantes, mientras que médicos, científicos y analistas tienen que expresarse y divulgarlo a través de las redes sociales. Hemos llegado al extremo de ver a los presidentes de Estados Unidos y Brasil, dos de las naciones más poderosas del mundo, posicionarse a favor del tratamiento con cloroquina a través de las redes sociales, en apoyo a un científico francés boicoteado en su propio país.

A todo ello habría que sumar las millonarias inversiones de compañías extranjeras, es decir, de China, en corporaciones de medios de comunicación en Brasil. Una muestra más de cuán valiosos son el conocimiento y la información en la actualidad, y me atrevo a argumentar que la guerra de quinta generación, además de ser híbrida, es fundamentalmente una guerra psicológica de proporciones globales para ganar los ‘corazones y las mentes’ de los ciudadanos corrientes. Razón por la cual la información y los canales de comunicación y de inteligencia, formales o informales, son la primera línea de defensa de la sociedad, y deberían recibir toda la atención posible, tanto de los funcionarios del gobierno como de todos los ciudadanos y su entorno social.

Por su parte, el avance del movimiento revolucionario ha alcanzado su punto álgido en el mundo actual. Haciendo uso de una estratagema tan ingeniosa como diabólica, logrando que gran parte del mundo creyera que el comunismo fue derrotado con la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS, el movimiento pudo prosperar a través de la sedicente ‘revolución cultural’ o ‘marxismo cultural’, ocupando lugares estratégicos en los medios de comunicación, las universidades y escuelas, las artes audiovisuales y en prácticamente todos los ámbitos de la esfera pública, desde la medicina hasta la justicia penal.

Fortalecido por su propia invisibilidad, el movimiento neocomunista posterior a los 90 avanzó con gran presteza, alcanzando y superando en menos de 30 años lo que antes tardó casi 100 años en conseguir, con numerosos países en todos los continentes totalmente controlados por partidos y movimientos revolucionarios de izquierda que imponen su propia agenda en todos los ámbitos del debate político. Al tiempo que avanzaba cual plaga o virus invisible, el movimiento neocomunista infectó a toda la sociedad y causó un cambio de mentalidad. El viejo comunismo, genocida, ateo y militarista, se transmutaba desde la antigua Unión Soviética a otros países que, a su vez, comenzaron a ser el foco del movimiento internacional del proyecto de poder soñado por Lenin y Stalin, China y Cuba en la actualidad.

Estos dos países, que poco antes de la disolución de la URSS estaban en o al borde de la bancarrota y la miseria, y que muchos analistas internacionales auguraban que caerían por sí solos, terminaron dándole la vuelta a la tortilla gracias a la ayuda traidora de grandes grupos económicos, poderosos grupos ideológicos, políticos y sociedades secretas que, bien podría decirse, casi acuñaron para China el lema ‘un país, dos sistemas’, atrayendo a corporaciones multinacionales de todo el mundo a su territorio y haciendo posible que el país recibiera la mayor transferencia de recursos financieros y tecnológicos en la historia de la humanidad.

Parafraseando a Lenin, se usó la avaricia financiera para atraer a los capitalistas y obtener beneficios vendiéndoles la soga con la que ellos mismos se colgarían. Y eso es precisamente lo que sucedió. Mientras el mundo libre yacía adormecido, sus hijos fueron adoctrinados por las escuelas, universidades y medios de comunicación dominantes, transformándolos en socialistas y revolucionarios sin ser conscientes de ello. Asimismo, el movimiento revolucionario mundial decidió destruir todo el tejido industrial en Occidente mediante la transferencia de empleos, ingresos y tecnología al PCCh (Partido Comunista Chino). En menos de 20 años, China pasó de ser un simple miembro del G20 a convertirse en la segunda economía más grande del mundo, pese a no gozar de libertad de expresión ni libertad de culto.

En la actualidad, el gran Dragón Rojo dispone de recursos industriales, financieros y militares para afrontar una guerra de grandes proporciones en al menos dos frentes, además de contar con tecnología punta en todas las áreas y fábricas que pueden transformarse en cuestión de días en productoras de armamento y suministros de guerra. No debemos olvidar que el objetivo final del movimiento comunista internacional siempre ha sido el dominio completo del mundo mediante el advenimiento de un gobierno central global, socialista, totalitario y genocida. Para comprenderlo en su totalidad, debemos estudiar el ‘Gran Salto Adelante’ (1958-61) y la Revolución Cultural (1966-76), ambos instigados por Mao Zedong, para descubrir cómo el pueblo chino fue purgado, torturado, humillado y millones de chinos fueron asesinados a causa de una ideología comunista aún en el poder.

Asimismo, Pekín cuenta también con aliados naturales y aliados por interés. En el caso de los primeros tendríamos a países comunistas de Asia Oriental como Vietnam y Corea del Norte y, por supuesto, a Rusia. En el caso de los segundos, países como Turquía, Pakistán, la India, Irán y otros no alineados con el bloque occidental, que dependiendo de la pericia y persuasión de la diplomacia china podrían, llegado el momento, convertirse en una alianza contra Occidente tan heterodoxa como la Triple Alianza en la Primera Guerra Mundial.

En las Américas, el movimiento revolucionario se mantuvo vivo utilizando a Cuba como refugio y utilizando el llamado Foro de São Paulo como motor para su expansión. El Foro reunió bajo sus auspicios a todos los partidos y organizaciones de izquierda en el continente latinoamericano, incluidos grupos terroristas y criminales como las FARC y el EPL de Colombia. Partiendo también del principio de la tanatosis —hacerse el muerto para engañar al depredador—, este movimiento logró dominar casi la totalidad de los gobiernos latinoamericanos en poco más de 25 años, comenzando por Brasil con el Partido de los Trabajadores de Lula da Silva.

Como resultado, muchos países se desestabilizaron y entraron en un proceso de revolución interna, siendo el ejemplo más paradigmático el de Venezuela, que con el apoyo del Foro de São Paulo y la Cuba castrista pasó de ser uno de los países más prósperos y pacíficos de la región a transformarse en un gran campo de concentración chavista, con millones de venezolanos forzados a exiliarse y otros tantos víctimas del hambre, la injusticia, la violencia y el crimen. La idea utópica del paraíso en la Tierra ha abocado a uno de los países más bellos del mundo a las puertas del infierno. Con esa nueva cabeza de puente en el continente suramericano, el movimiento comunista mundial rápidamente envió refuerzos al país, como ya sucediera en Cuba en 1962, dando pie a noticias de construcción de bases militares rusas y de llegada de personal y material militar chino al país vecino de Brasil.

Fruto de la coyuntura geopolítica actual, junto al trabajo ininterrumpido de guerra psicológica y de la información que realizan los partidos políticos de izquierda y centro izquierda y sus medios, manteniendo un amplio control sobre la prensa y con importantes aliados en el sistema judicial, la situación nunca había sido tan propicia como hasta ahora para el movimiento revolucionario comunista ni tan adversa para quienes luchan por la libertad en Brasil y en el mundo. Ante una situación tan desfavorable, que ya ha empezado con la pandemia originada en China, el destino de pueblos enteros estará en manos de personas que ocupan cargos claves de poder e influencia.

Sin embargo, debido a factores diversos, quizás los datos y los resultados de esta tragedia, que no se conocerán hasta el final de este período histórico, serán los peores posibles. Y todo porque la generación sobre la que recaerá la enorme responsabilidad de liderar el destino de nuestro pueblo y de buena parte del mundo se caracteriza por ser la más débil, necia, emocionalmente frágil, banal, charlatana, egoísta y alienada de toda la historia humana. Una generación que ha sufrido el adoctrinamiento ideológico de la izquierda desde temprana edad, durante todo el sistema educativo, incluido el universitario, reforzado por la influencia de los medios de comunicación.

Hoy más que nunca, la sociedad está necesitada de héroes en el verdadero sentido cristiano del término: personas que piensen primero en el conjunto, en el país, en los demás antes que en sí mismas, que no tengan miedo a asumir responsabilidades, a tomar decisiones, a reconocer sus errores y aceptar las consecuencias de sus actos; personas capaces de cambiar su comportamiento si es necesario, empáticas, comprometidas con una misión, que posean una visión holística de su existencia y comprendan que todo en este mundo importa y que es necesario defender los sublimes ideales con los que hemos progresado desde la antigüedad hasta nuestra era actual. Sin este sentido de pertenencia a una cultura y una fe transmitidas de generación en generación, durante más de dos mil años, será imposible afrontar, y mucho menos superar, los temibles desafíos que tenemos por delante.

Una parte de la generación actual, la del milenio o generación Y (los millennials), llamada ‘mimimí’ o ‘Nutella’ en Brasil, muestra, en casi todo lo que hace y dice, que desde la primera señal de la tormenta esta causará más daño de lo habitual y que, probablemente, nuestra sociedad nunca volverá a ser la misma (como sucedió en muchos países durante y después de las dos guerras mundiales, por ejemplo), al caer presa de reacciones histéricas que pueden ir desde el síndrome de burnout hasta crisis existenciales, sobrecargando o incluso colapsando los sistemas de asistencia sanitaria de todos los países cuando llegue el temido momento de la verdad.

Por fortuna para nosotros, por la gracia de la Divina Providencia no todo está perdido. Un hecho alentador es que parte de esa misma generación está compuesta por hombres y mujeres firmes, con gran capacidad cognitiva y que han liderado revoluciones benignas en todos los sectores de la sociedad, incluida la Iglesia, buscando el conocimiento y la verdad por encima de todo, preservando en todo momento su propia estabilidad, fe y constancia a costa de un enorme sacrificio personal. Esa parte de nuestra generación, que por desgracia no es la mayoritaria, es la que marcará la diferencia en el momento crucial de crisis como la que estamos viviendo ahora.

La lucha heroica de esas personas con tan firme determinación y tan profundo amor por la verdad es la única que puede evitar el naufragio al que está abocado nuestra sociedad. Es evidente que en medio de una implacable tormenta que asola una embarcación, no basta con tener un capitán imperturbable al timón. También es necesario que todos los miembros de la tripulación pongan de su parte, aunque solo sea achicando agua con un balde o rezando a Dios para que se apiade de todos nosotros.

Por Olavo Mendonça, Mayor de la Policía Militar del Distrito Federal, Brasilia.

Traducido del portugués por Juanjo Alarcón, profesor de INISEG e investigador independiente especializado en China.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA:

  1. Sobre el comunismo chino:

– Dikotter, Frank (2010). La Gran Hambruna de Mao: La Historia de la Catástrofe más Devastadora de toda China, 1958–1962. Editorial Acantilado, 2017.

– “Who is Xi Jinping”, documental disponible en el canal de Youtube de Bernardo Kuster.

  1. Sobre el movimiento revolucionario mundial:

– Courtois, Stéphane; et al (1997). El Libro Negro del Comunismo. Ediciones B, 2010.

– Courtois, Stéphane (2006). Cortar o Mal Pela Raiz ! História e Memória do Comunismo na Europa. Editorial Bertrand Brasil, 2006.

  1. Sobre la hidroxicloroquina:

https://www.cnnbrasil.com.br/saude/2020/03/19/cloroquina-eua-vao-testar-remedio-para-malaria-no-tratamento-do-coronavirus

https://www.mediterranee-infection.com/hydroxychloroquine-and-azithromycin-as-a-treatment-of-covid-19/

https://veltnews.com/no-deaths-at-lennox-hill-hospital-from-the-virus-after-using-hydroxychloroquine/

https://www.uol.com.br/vivabem/noticias/redacao/2020/03/26/quatro-pacientes-de-uti-tiveram-alta-em-sp-com-uso-de-hidroxicloroquina.htm

https://techstartups.com/2020/03/27/coronavirus-cure-new-results-french-study-shows-combination-hydroxychloroquine-plaquenil-azithromycin-successfully-treated-80-coronavirus-patients-significant-dr/

https://pfarma.com.br/noticia-setor-farmaceutico/estudo-e-pesquisa/5336-hidroxicloroquina-azitromicina.html

https://www.oantagonista.com/brasil/tratamento-com-hidroxicloroquina-e-azitromicina-tem-sucesso-em-mais-de-50-pacientes-da-prevent-senior-mas-quarentena-e-essencial/

http://www.leparisien.fr/societe/didier-raoult-pour-traiter-le-covid-19-tout-le-monde-utilisera-la-chloroquine-22-03-2020-8285511.php

https://d24am.com/coronavirus-no-amazonas/resultados-do-uso-da-cloroquina-em-pacientes-graves-de-covid-19-sao-positivos/

https://istoe.com.br/teste-com-hidroxicloroquina-na-italia-da-resultado-positivo/

https://g1.globo.com/google/amp/sp/sao-paulo/noticia/2020/04/03/prevent-senior-contraria-recomendacao-do-ministerio-e-receita-medicamento-a-pacientes-sem-confirmacao-de-coronavirus.ghtml