El Movimiento Reformista de 1898 (维新运动, Weixinyundong) tuvo sus orígenes en la incipiente burguesía capitalista surgida a raíz del Movimiento de Autofortalecimiento. La amarga derrota sufrida ante el Japón en la Guerra sino-japonesa supuso una toma de conciencia para muchos funcionarios feudales y grandes comerciantes, quienes comprendieron que la única manera de escapar al desastre era la industrialización a gran escala y la reforma de la educación, con el objeto ya no de imitar, sino de ser como los occidentales. Por ese motivo, a partir de 1890, en China se produjo una ola de creación de industrias bajo el lema “la industrialización es nuestra salvación” (设厂自救, shechangzijiu).
El gobierno de la dinastía Qing toleró la aplicación de tal política porque quienes creaban y dirigían aquellas industrias eran en su mayoría los propios funcionarios imperiales y los miembros de la corte. La diferencia con el Movimiento de Autofortalecimiento reside en que esta reforma pretendía aplicarse a escala nacional y en que contó con el apoyo incondicional del propio emperador.
Los líderes del movimiento reformista fueron Kang Youwei (康有为) y Liang Qichao (梁启超). El primero fundó una escuela para la difusión de la ideología reformista. El segundo fue su discípulo y escribió un artículo en el que exponía la necesidad de la reforma para poder seguir los pasos del Japón en su despegue industrial y evitar la situación de la India, país que por no aplicar reforma alguna continuaba sometido a la dominación británica.
En 1895, tras la firma del Tratado de Shimonoseki, fruto de la capitulación china en la Guerra sino-japonesa, Kang Youwei y Liang Qichao, que en ese momento se encontraban en Pekín participando en un examen para funcionarios de la corte, decidieron redactar un memorándum y presentarlo al emperador con sus firmas y las de otros 1300 examinandos. En el memorándum se instaba al emperador a rechazar el Tratado de Shimonoseki, se pedía la continuación de la guerra contra el Japón y que el gobierno y la corte reconocieran su responsabilidad en la derrota y tomaran medidas para que no se repitiera tal debacle en el futuro. Para conseguirlo, los signatarios proponían una reforma de la Ley (变法, bianfa). Por desgracia, el memorándum fue rechazado.
A partir de entonces, los reformistas se enfrascaron en una lucha dialéctica contra los mandarines reaccionarios y su mentalidad confuciana ortodoxa. Estos últimos sostenían que la tradición y la Ley eran intocables y que era preferible la destrucción del país a su reforma (宁可亡国, 不可变法, ningkewangguo, bukebianfa). Frente a lo cual los reformistas respondían, influidos por la Teoría de la Evolución de Darwin, que todas las cosas están en constante cambio, y que el cambio (变, bian) es la única y verdadera vía del Cielo (变才是天道, biancaishitiandao).
Los reaccionarios, por su parte, querían conservar el modelo de enseñanza tradicional confuciano, mientras que los reformistas creían que solo adoptando el estilo de enseñanza occidental a escala nacional —en contraste con el Movimiento de Autofortalecimiento— se podría formar intelectuales aptos para afrontar los desafíos del mundo de finales del siglo XIX.