Juanjo Alarcón, ex CEO para China y Asia-Pacífico de la extinta Secindef, realizó una visita a la mezquita más antigua de Pekín. La visita se produjo en viernes, el día de descanso del islam, poco después del azalá u oración del mediodía. Juanjo Alarcón fue invitado a visitar el lugar por un buen amigo pakistaní residente en la capital china. De principio a fin fue una grata experiencia que demuestra que el islam y el cristianismo, así como Oriente y Occidente, pueden convivir pacíficamente y compartir experiencias enriquecedoras para todos.

El escenario

La mezquita más antigua de Pekín, y una de las más antiguas de China, es conocida por el nombre de Mezquita de Niujie. Situada al sudoeste de la Ciudad Prohibida, está ubicada en un barrio de la capital históricamente habitado por musulmanes chinos de la etnia Hui. Niujie significa la Calle del buey, aunque es más habitual encontrar la traducción inexacta Calle de la vaca. El nombre tiene su origen en los innumerables puestos de venta de carne halal que existen por esa zona. La mezquita se erigió en el año 996 de nuestra era, durante la dinastía Liao (916-1125) y fue diseñada por un arquitecto persa llamado Nazaruddin, quien además la dotó de un observatorio astronómico.

La Mezquita de Niujie aúna los estilos arquitectónicos tradicionales chino e islámico. Desde el exterior apenas se la distingue de un templo budista o taoísta, mientras que la decoración en el interior es predominantemente islámica. Como cualquier otro edificio tradicional chino, incluida la Ciudad Prohibida, la mezquita está construida de madera en su totalidad. Consta de una bellísima sala de oraciones con columnas de color azafrán adornadas con exquisita caligrafía islámica de color dorado. Un minarete de estilo chino muy distinto de aquellos en forma de torre y acabados en punta tan comunes en el mundo islámico. También dispone, como habíamos dicho, de un observatorio astronómico, llamado el Observatorio de la Luna. Las instalaciones se completan con una sala de abluciones para hombres, más una sala de culto y otra de abluciones para féminas.

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La mezquita fue arrasada por las huestes de Gengis Kan en 1215 y reconstruida en 1443 por la dinastía Ming. Desde entonces, el templo gozó de la protección de los sucesivos emperadores chinos, incluidos los manchúes de la dinastía Qing, la última en gobernar China. Desde tiempos más recientes, la mezquita se encuentra bajo los auspicios de la Administración para la Protección del Patrimonio Cultural de China.

La visita

La visita a la Mezquita de Niujie fue toda una experiencia y un ejemplo de tolerancia por parte de la comunidad musulmana de Pekín. La entrada no está ni mucho menos prohibida a los turistas ni a los no musulmanes, quienes pueden acceder a la mezquita comprando una entrada muy económica. Los turistas pueden visitar los diferentes edificios que se encuentran en el recinto pero no pueden acceder a la sala de oraciones ni a la de abluciones, reservadas únicamente para los fieles musulmanes. No obstante, no solo fui eximido de adquirir la entrada de visitante, sino que además fue invitado a entrar en la sala de oración y a tomar fotografías en su interioralgo realmente inhabitual en un lugar de culto islámico.

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Previamente, Juanjo Alarcón entró en la sala de abluciones para realizar el rito de la purificación corporal precedente a la oración. Al contrario de lo que muchas personas creen, la ablución no consiste solamente en lavarse los pies, sino que incluye el lavado de rostro, boca, antebrazos, codos y piernas. En todo momento fue asistido por su buen amigo pakistaní, quien en todo momento se mostró muy solícito para responder al sinfín de preguntas que un cristiano puede plantearse en una mezquita. Es preciso dejar constancia de que nadie intentó en ningún momento hacer proselitismo. Juanjo Alarcón sintió en todo instante el máximo respeto por su condición cristiana.

La visita al interior de la sala de oraciones discurrió en la más absoluta normalidad. En ningún momento Juanjo Alarcón se vio compelido a realizar la oración ni a postrarse para adorar a Alá. El imán de la mezquita se mostró muy amable e incluso hizo gala de la célebre hospitalidad musulmana al ofrecer refrigerios a los dos visitantes.

Una vez fuera de la sala de oración, los dos visitantes encontraron un saco con base para la práctica de las artes marciales. Con el permiso del imán, un cristiano y su amigo musulmán empezaron a golpear el saco con puños y piernas, pasando un rato divertido en el interior de la mezquita más antigua de Pekín.

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Un islam diferente

La experiencia relatada en este artículo demuestra que el islam no es intolerante por defecto genético o por prescripción coránica. El islam que se profesa en China es muy distinto del salafismo promovido y financiado por las monarquías del Golfo y en especial por nuestra amada Arabia Saudí, la nación más democrática y respetuosa con los derechos humanos que haya existido jamás (me entienden, ¿verdad?). Si cualquier otro kafir hubiera osado hacer lo mismo en una mezquita salafista incluso en su propio país, su integridad física correría grave peligro. Y si la osadía la hubiera cometido en el país propiedad de la Casa de Saud, solo Dios sabe qué le podría ocurrir.

Desde aquí aprovecho la ocasión para saludar y rendir homenaje a mi amigo musulmán y al imán de la mezquita, quien siguiendo la tradición anicónica islámica declinó aparecer en ninguna fotografía. Juanjo Alarcón se enorgullece de tener amigos musulmanes a la vez que contribuye a la lucha preventiva contra el flagelo del extremismo islamista y del yihadismo, que junto a la ideología takfirista representan un verdadero peligro para todos nosotros, puesto que no realizan distinción alguna entre credos o religiones a la hora de imponer su dogma inhumano.