Entre las tropas estadounidenses en la guerra de Corea destaca un regimiento de soldados puertorriqueños —el 65.o Regimiento de Infantería. El 27 de agosto de 1950, el 65.o de Infantería, con 3920 oficiales y hombres divididos en tres batallones de infantería, uno de artillería y una compañía de tanques, partió de Puerto Rico y llegó a Pusan, Corea del Sur, el 23 de septiembre.

Fue durante el largo viaje por mar que los hombres del 65.o de Infantería decidieron darle a su regimiento el apodo de los borinqueños, un gentilicio ya existente para nombrar a los puertorriqueños. Los taínos, la más pacífica de las dos tribus indígenas originarias que habitaban Puerto Rico, llamaban a la isla Borikén, término del cual deriva Borinquén y de ahí Borinqueño.

Los hombres del 65.o, incorporados a la 3.a División de Infantería del Ejército de los Estados Unidos, estuvieron entre los primeros soldados de infantería en enfrentarse al enemigo en Corea. Después de noviembre de 1950, lucharon a diario contra unidades del Ejército Popular Voluntarios de China después de que Pekín entrara en guerra del lado norcoreano. En Corea, el regimiento borinqueño cubrió la retirada de la 1.a División de Marines durante la Batalla del embalse de Chosin (Changjin).

El 65.º Regimiento de Infantería, los borinqueños.

Una de las penurias que sufrieron los puertorriqueños fue la falta de ropa adecuada para abrigarse durante los fríos y duros inviernos de la península coreana. Nacidos en un clima semitropical, la mayoría de ellos nunca había visto la nieve, pero aún así la soportaron y lucharon sin quejarse.

El enemigo realizó intentos de rodear al regimiento, pero fracasaron debido a las muchas bajas infligidas por los borinqueños. Gracias a que el 65.o mantuvo sus posiciones, los Marines pudieron retirarse del embalse de Chosin en diciembre de 1950. Cuando los Marines fueron rodeados por las tropas chinas cerca de Manchuria, se les ordenó retirarse y regresar a Hungnam. Los hombres del 65.o se encargaron de cubrir su retirada. Los Marines pudieron retirarse a sus barcos con el 65.o sosteniendo la retaguardia.

El 65.o de Infantería, adjunto a la 1.a División de Marines, recibió la condecoración Elogio de Unidad Naval por su defensa y estuvo entre las últimas unidades en embarcarse desde Hungnam. Entre las batallas y operaciones en las que participó el 65.o se encuentra la Operación Killer en enero de 1951, convirtiéndose en el primer regimiento en cruzar el río Han en Corea del Sur durante la operación.

En abril de 1951, el regimiento participó en las operaciones del Corredor de Uijonbu y, en junio, fue el tercer regimiento en cruzar el río Han Ton. El 65.o de Infantería tomó y retuvo Chorwón y también fue clave para romper el Triángulo de Hierro de la Colina 717 en julio de 1951. En noviembre de ese año, el regimiento resistió un ataque de dos unidades enemigas del tamaño de un regimiento.

El coronel Juan César Cordero Dávila del 296.o Regimiento, el cual sustituía al 65.o en Puerto Rico, solicitó el traslado al servicio activo en Corea. En diciembre de 1951, el Jefe de Gabinete J. Lawton Collins visitó Puerto Rico y accedió a la solicitud, reasignando a Cordero Dávila al 65.o en Corea. El coronel Cordero fue nombrado formalmente comandante del 65.o de Infantería el 8 de febrero de 1952, convirtiéndose así en uno de los oficiales étnicos de más alto rango del Ejército de los Estados Unidos.

El General de Brigada William Warner Harris (graduado de West Point en 1930) publicó un libro en el que narró la distinguida historia del 65.o mientras estuvo bajo su mando. Cuando se le preguntó si los puertorriqueños pelearían cuando llegara el momento, la respuesta del entonces coronel William Warner Harris fue igual de directa: “Mis puertorriqueños pelearán contra cualquiera, en cualquier lugar.” El 3 de julio de 1952, el regimiento defendió la Línea Principal de Resistencia (Main Line of Resistance) durante 47 días y participó en combates en Cognac, King y Queen con ataques exitosos contra posiciones chinas.

En septiembre de 1952, el 65.o de Infantería defendió una colina conocida como Outpost Kelly. Las fuerzas comunistas chinas invadieron la colina, en lo que se conoció como la Batalla de Outpost Kelly. En dos ocasiones, los borinqueños fueron abrumados por la artillería china y se retiraron.

En octubre de 1952, el regimiento también entró en acción en el sector Chorwón y en la Colina 391 en el Caballo de Hierro, cuya parte inferior se llamó Jackson Heights en honor al capitán George Jackson. La Compañía G del 65.o libró una batalla desesperada para aferrarse a la Colina 391. Después de soportar días de bombardeo de artillería con limitado apoyo de artillería propia, se retiró para evitar ser diezmada por un enemigo superior en número.

En junio de 1953, el 2.o Batallón del 65.o llevó a cabo una serie de incursiones exitosas a unos cuatro kilómetros al sureste de Jackson Heights y, en noviembre, el regimiento contraatacó con éxito a las unidades enemigas en el valle de Numsong, manteniendo sus posiciones hasta que se alcanzó el armisticio.

La mayoría de soldados borinqueños se distinguían por su bigote.

Muchos hispanos no puertorriqueños sirvieron en el 65.o de Infantería durante la guerra de Corea. Entre los que se distinguieron en combate y sirvieron en el conflicto como miembros del regimiento borinqueño se encontraba un joven teniente de ascendencia mexicoamericana llamado Richard Edward Cavazos.

El teniente Cavazos ingresó en el ejército estadounidense en Texas y se desempeñó como comandante de la Compañía E del 2.o Batallón. Cavazos, quien en 1982 se convirtió en el primer hispano en ascender a General de cuatro estrellas en el Ejército de los Estados Unidos, recibió la Cruz por el Servicio Distinguido, la Medalla de la Estrella de Plata y la Medalla de la Estrella de Bronce.

El coronel Cordero Dávila fue relevado de su mando por el coronel Chester B. DeGavre, oficial graduado en West Point que no era ni puertorriqueño ni hispano, y el personal de oficiales del regimiento también fue reemplazado por oficiales no hispanos. DeGavre, molesto por el hecho de que la Compañía G no defendió hasta el final la Colina o Cerro 391, ordenó que la unidad dejara de llamarse a sí misma los Borinqueños (Borinqueneers), suprimió sus raciones especiales de arroz y frijoles, ordenó a los hombres que se afeitaran el bigote y obligó a uno de ellos a llevar colgado del cuello un cartel que rezaba —soy un cobarde.

Soldados de la Compañía G en la Colina o Cerro 391, muy desmoralizados.

La barrera del idioma, la escasez de suboficiales y la falta de liderazgo influyeron en algunos de los hombres de la compañía en su negativa a seguir luchando. Fueron detenidos ciento sesenta y dos puertorriqueños del 65.o de Infantería. Entre el 23 de noviembre y el 26 de diciembre de 1952, noventa y cinco soldados fueron juzgados por la Corte Marcial General en quince juicios separados. Noventa y uno fueron declarados culpables y condenados a penas de hasta 18 años de trabajos forzados. Fue el consejo de guerra más grande de la Guerra de Corea.

Según la historiadora Silvia Álvarez Curbelo, el gobierno de Puerto Rico, atrapado en medio de un asunto potencialmente dañino que podría poner en peligro su agenda política, guardó silencio durante casi dos meses. Finalmente, los hechos fueron dados a conocer por un diario local alertado por las cartas de los soldados presos a sus familias. Se llevaron a cabo negociaciones secretas entre los gobiernos de Estados Unidos y Puerto Rico y el Secretario del Ejército, Robert T. Stevens, actuó rápidamente para remitir las sentencias y otorgar clemencia e indultos a todos los presos.

Un informe del ejército estadounidense atribuyó el desmoronamiento del 65.o de Infantería a una serie de factores: escasez de oficiales y suboficiales; una política de rotación que eliminó a los oficiales y soldados con experiencia en combate; una doctrina táctica que provocó gran número de bajas; la escasez de munición de artillería; los problemas de comunicación entre oficiales, en su mayoría estadounidenses, y soldados puertorriqueños hispanohablantes; y la moral del regimiento en declive.

El informe también encontró parcialidad en el juicio a los puertorriqueños, citando casos de soldados continentales, es decir, anglosajones no hispanos, que no fueron acusados después de negarse a luchar en circunstancias similares, antes y después del Cerro 391 en Jackson Heights. Aunque los hombres que fueron sometidos a consejo de guerra fueron indultados, se lanzó una campaña para obtener una exoneración formal.

El coste humano que tuvo que soportar el pueblo puertorriqueño en Corea fue muy elevado. Según un artículo publicado en el diario El Nuevo Día, el 30 de mayo de 2004, un total de 756 puertorriqueños murieron en Corea, pertenecientes a las cuatro ramas de las fuerzas armadas estadounidenses (no todos sirvieron en el 65.o de Infantería). Sin embargo, según la DPAA, la Agencia para la Contabilización de Bajas del Departamento de Defensa estadounidense, el número total de bajas puertorriqueñas en la Guerra de Corea fue de 732.

Esa cifra total puede variar levemente ya que algunos no puertorriqueños como el capitán James W. Conner fueron incluidos por error. De las más de 700 bajas sufridas en la guerra, un total de 121 hombres figuraron como desaparecidos en acción (Missing in Action). La Batalla de Outpost Kelly en septiembre de 1952 se cobró 73 de los 121 desaparecidos en acción. De esos 73 desaparecidos, 50 lo fueron en un mismo día, el 18 de septiembre.

El 12 de febrero de 1951, el general MacArthur escribió en Tokio a propósito de los soldados borinqueños: “Los puertorriqueños que forman las filas del valeroso 65.o Regimiento de Infantería dan prueba diaria en los campos de batalla de Corea de su valentía, determinación y resuelta voluntad de obtener la victoria, así como de su inquebrantable lealtad a los Estados Unidos y su ferviente devoción a esos principios inmutables de las relaciones humanas que comparten tanto los estadounidenses del continente y como los de Puerto Rico. Están escribiendo una brillante página de heroísmo en la batalla y de hecho estoy orgulloso de tenerlos bajo mi mando. Ojalá pudiéramos contar con muchos más como ellos.”