Siguiendo con el repaso a la actuación de las fuerzas de la ONU en Corea que tuvieran un origen hispano o guardaran una mínima relación con la historia, cultura o lengua hispanas, estudiamos ahora el papel desempeñado por la Fuerza Expedicionaria Filipina en Corea (FEFC o PEFTOK por sus siglas inglesas). Este contingente recibió múltiples condecoraciones al valor tanto de su propio ejército como del ejército de los Estados Unidos. De hecho, el general Douglas MacArthur los tenía en tal estima que llegó a declarar: “Denme 10.000 soldados filipinos y conquistaré el mundo.”

La FEFC luchó en Corea sin interrupción de 1950 a 1953, es decir, prácticamente de principio a fin del conflicto. El contingente llegó a Corea en agosto de 1950 y estaba compuesto por 1468 soldados, lo que lo convertía en la quinta fuerza más grande dentro del Comando de las Naciones Unidas a las órdenes del general MacArthur. La FEFC participó en la Batalla de Miudong, aclamada como la primera batalla ganada por soldados filipinos en suelo extranjero, la Batalla de Yultong y la Batalla de Hill Eerie. La unidad operó junto a la 1.a División de Caballería, la 3.a, 25.a y 45.a Divisiones de Infantería de los Estados Unidos.

Militares de la PEFTOK en Corea.

El segundo BCT (Battalion Combat Team o Unidad de Combate de Batallón) de la FEFC, por su parte, sirvió por un breve lapso de tiempo entre abril y mayo de 1954. La unidad “Black Lion” era una fuerza de combate con gran experiencia adquirida en la campaña anti-Huk en Filipinas. Con esas credenciales llegaron a Corea del Sur para realizar trabajos de reconstrucción y mantenimiento de la paz. Reynaldo Mendoza, quien sucedió al Coronel Antonio de Veyra como comandante de batallón del 2.o BCT, recibió la Medalla al Servicio Militar Distinguido Ulchi y la Medalla de Héroe de la Guerra de Corea por su servicio y liderazgo durante la expedición.

La Compañía de Tanques del 10.o BCT, apodada “los filipinos que luchan”, recibió la Medalla al Honor de los Estados Unidos por la batalla de Yultong del 22 al 23 de abril, donde sufrió 10 muertos en combate, 14 desaparecidos, 26 heridos, y 5 muertos en combate adicionales durante los esfuerzos de rescate para la ONU. La Compañía de Tanques del 10.o BCT estaba en primera línea bajo el mando del capitán Conrado Yap.

Soldados filipinos posando ante un tanque del 10.º BCT.

En la batalla de Miudong, que tuvo lugar un amanecer de noviembre de 1950 a las afueras de la localidad homónima, el sargento primero Máximo Young y sus hombres recibieron la orden de la 3.a División de Infantería de los Estados Unidos de asegurar el área conocida como Syngue. Alrededor de las 7:30 a.m. del 11 de noviembre de 1950, junto con otros soldados filipinos del 10.o BCT, hicieron un reconocimiento desde tanques blindados por un área que se creía estaba ocupada por el enemigo.

Cuando se acercaban a una curva alrededor de las 9:30 a.m., tras una explosión que destruyó un camión que iba a la cabeza, una andanada de fuego de armas ligeras les alcanzó y varios soldados filipinos resultaron heridos. El sargento primero Young estaba dentro del tercer tanque, mientras que el personal del primer y segundo tanques parecía haber quedado aturdido. El sargento Máximo Young evaluó y reconoció las inmediaciones a través del periscopio del tanque, se deslizó hasta la torreta y asió la ametralladora antipersonal.

El sargento disparó sin cesar la ametralladora en la dirección del enemigo. Con fuego continuo de ametralladora, el sargento rechazó el avance de las fuerzas enemigas y evitó una catastrófica pérdida de vidas entre sus filas. Esta batalla se registró en la historia de la guerra de Corea como la Batalla de Miudong/Syngue y fue aclamada como la primera batalla ganada por filipinos en suelo extranjero.

El sargento primero Young fue condecorado por el gobierno filipino con la Medalla de la Cruz de Oro por esta heroica hazaña. El 27 de julio de 2016, el primer ministro de Corea del Sur, Hwang Kyo-Ahn, otorgó al sargento Máximo Young, a sus 98 años de edad, la Orden de Mérito Militar Taegeuk.

En la batalla de Yuldong, la batalla más grande que libraron los soldados filipinos en la guerra de Corea, se le concedió al capitán Conrado Yap, comandante de la Compañía de Tanques del 10.o BCT, la autorización para retirarse puesto que sus fuerzas eran muy inferiores en número a las fuerzas chinas. El problema del capitán Yap era que uno de los pelotones bajo su mando estaba siendo diezmado y él nunca dejaba a sus hombres atrás.

Batalla de Yuldong.

En heroica actitud, el capitán Yap tomó la decisión de contraatacar, recuperando a los muertos y heridos de su pelotón. Por desgracia para él, su valiente acción le costó la propia vida. El capitán Conrado Yap fue condecorado con la Medalla al Valor de Filipinas, la Cruz de Servicio Distinguido de los Estados Unidos y la Orden de Mérito Militar TAEGEUK de Corea del Sur, convirtiéndolo en el único héroe filipino honrado por tres países con sus condecoraciones de más alto nivel.

El total de víctimas del 10.o BCT en la guerra de Corea ascendió a 43 muertos en combate, 9 desaparecidos y 58 prisioneros capturados por el enemigo. Sirvió desde septiembre de 1950 hasta septiembre de 1951. El resto de batallones de la FEFC que participaron en la de Corea fueron el 14.o BCT (los Vengadores), el 19.o BCT (los Sabuesos) y el 20.o BCT, todos ellos con grandes héroes entre sus filas que recibieron distintas condecoraciones tanto de su país como de los Estados Unidos y de Corea del Sur.

El 20.o BCT fue uno de los batallones con más bajas, puesto que contabilizó 13 muertos en combate, 100 heridos y 1 desparecido. Sirvió desde abril de 1951 hasta mayo de 1952. Durante un período de cuatro días, del 18 al 21 de mayo de 1952, este batallón de soldados filipinos entró en acción en la épica Batalla de Hill Eerie. Seis oficiales y 22 soldados fueron condecorados. En total, el número de soldados filipinos que murieron en combate durante la guerra de Corea ascendió a la dolorosa cifra de 112 hombres.

ADENDA:  ESPAÑA, LA AUSENTE EN COREA

A guisa de anécdota histórica poco conocida, porque eso es en lo que acabó convirtiéndose, cabe resaltar el infructuoso intento de ofrecimiento del caudillo español, el generalísimo Francisco Franco. Efectivamente, con el objetivo de congraciarse con los Estados Unidos y las Naciones Unidas, Franco ofreció enviar a la Guerra de Corea a voluntarios españoles para, qué si no, contribuir a la lucha contra la expansión del comunismo internacional.

Por desgracia para los planes de Franco, su oferta no se hizo eco en ninguno de los países occidentales que luchaban en ese conflicto bélico. Y es que en la Guerra de Corea, a excepción de la URSS y de China que estaban en el otro bando, la mayor parte de las fuerzas onusianas pertenecía a los mismos países aliados que vencieron al fascismo nacional-socialista en la Segunda Guerra Mundial, razón por la cual no veían con buenos ojos la incorporación en sus filas de una unidad del mismo ejército que envió a la División Azul a luchar a las órdenes de Hitler.

Lo que pretendió Franco fue acercarse más a Occidente en unos momentos en que se negociaba la firma de un pacto militar con los Estados Unidos, pues no debemos olvidar que tan solo unos días antes del ofrecimiento abandonaba Madrid el jefe de Estado Mayor del Ejército estadounidense, el general Collins.

No obstante, de haberse concretado, tampoco queda claro si a los militares españoles les hubiera hecho mucha gracia marchar al Lejano Oriente a combatir contra coreanos y chinos, además con un clima invernal casi tan frío como el que padeció en sus carnes la División Azul en Rusia.

Sea como fuere, no han trascendido más detalles históricos en relación a la idea (realmente es lo único que fue) de Franco. Apenas existe documentación alguna al respecto en Internet ni en archivos históricos, y ningún historiador ha escrito libro alguno sobre el particular. Por tanto, los únicos hispanohablantes en Corea fueron los colombianos (amén de los puertorriqueños del ejército estadounidense), que ya por sí solos y sin ayuda de nadie dejaron el pabellón de los pueblos hispanoamericanos y de lengua hispana muy pero que muy alto.